Conversaciones de ribera (1ª parte)

Antonio, un veterano pescador y Roberto, un joven con apenas tres años de experiencia en el mundo de la pesca con mosca, conversan sobre una amplia gama de temas y cuestiones que suscitan la curiosidad del principiante. Con un lenguaje sencillo y ameno el experto pescador intenta resolver todas sus dudas sobre lanzado, montaje, biología, técnicas y pescadores.


Caminos sin retorno


Roberto: ¿De qué manera se evoluciona en la vida de un pescador con mosca?
Antonio: No se si entiendo muy bien la pregunta.
Roberto: Yo antes mataba, ahora no. Antes pescaba a cebo y cucharilla, ahora no. ¿Es eso una evolución? ¿Dónde termina?
Antonio: Ya veo por donde vas. No creo tener una respuesta muy clara pero puedo reflexionar en voz alta si te parece.
Roberto: Por favor.
Antonio: Se me ocurren varias líneas de cambio todas ellas muy interrelacionadas entre sí. No le llamaría ni de evolución ni de progreso porque eso es muy discutible. Al final todos perseguimos lo mismo, obtener la máxima satisfacción con lo que hacemos. Depende de cómo sienta cada uno lo puede conseguir de una manera u otra.
Roberto: ¿Cuáles son esas líneas que llamas del cambio? ¿Dónde me encontraría yo?
Antonio: En la primera, el pescador con cierto grado de inquietud cambia hacia una manera más compleja de pescar. Una que implique algo más de conocimiento, que le suponga un nuevo reto, que le llene y divierta más. Así del cebo y la cucharilla pasa por la boya hasta acabar pescando con mosca. A medida que con la nueva modalidad va encontrando más satisfacción la necesidad de llevarse las capturas a casa va disminuyendo hasta llegar a hacerse contradictorio con el disfrute de algo que nos gusta mucho. Esa nueva modalidad tiene mayor capacidad y medios de atracción y puede acabar convirtiéndonos en verdaderos adictos. Lo que al principio era solo un pasatiempo ocasional termina en una actividad que nos envuelve y atrapa y nos hace sentir las cosas y la vida de manera diferente.
Roberto: ¿Ahí termina todo?
Antonio: Bueno dentro de una modalidad concreta es posible cambiar en relación al número y tamaño de las capturas. Al principio el pescador quiere el máximo número y mayor tamaño posible, eso por encima de todo. Más tarde se da cuenta que quiere centrar su atención más exclusivamente en las grandes para con el tiempo centrarse en las difíciles. ¿Sabes lo más curioso de todas estas líneas de cambio?
Roberto: Que yo no estoy en ninguna.
Antonio: No, seguro que lo estás. Que son en una sola dirección. Son un camino sin retorno. No hay pasos atrás. Si se produce un avance ya no habrá un retroceso.
Roberto: Da que pensar.

Sobre la pesca

Roberto: ¿Qué te gusta más lanzar o pescar? Antonio. Sin duda mucho más pescar. Y eso que lanzar es muy divertido pero para cuando no se puede ir al río.
Roberto: ¿Qué fallo crees que cometen con más frecuencia los pescadores en el río?
Antonio: Provocar alerta a la trucha. No asustarla pero sí alertarla. Saber diferenciar entre susto y alerta es importante. Cuando la asustamos corre y se va a esconder. Esa ya no nos preocupa. Pero cuando la alertamos sigue ahí y en muchos casos comiendo. Y nosotros empezamos a cambiar de mosca y a pensar que saben latín.
Roberto: ¿Qué cosas le asustan y cuales le alertan?
Antonio: Si nos ve de repente se asustará. Si andamos con mucho ruido también. Sin embargo si andamos con sigilo y despacio y nos ve se alertará. Si lanzamos con la caña vertical se alertará, así como si de repente nos brilla un colgajo del chaleco o sobrevolamos su ventana con nuestra línea. Un grito o estornudo fuerte puede alertarla, raramente asustarla. Una de las maneras de provocar más alerta en las truchas es el levantar la línea del agua con algo de distorsión o ruido. Roberto. ¿Cómo hay que levantarla?
Antonio: Comenzando con la punta de la caña casi tocando el agua y con una aceleración muy gradual. No debemos de salpicar nada de agua. Las truchas detectan este sonido a muchos metros de distancia. Para cuando lleguemos a lanzar a esa trucha que observábamos cómo se alimentaba en la distancia ya estará avisada de nuestra presencia. Y nos estará esperando con toda la alerta del mundo.
Roberto: Pero sin asustarse tanto como para correr a esconderse.
Antonio: Eso es. Seguro que esa trucha ha vivido esa experiencia en muchas ocasiones. En tramos de captura y suelta el umbral de susto de las truchas es más amplio. Se asustan menos pero se alertan más.
Roberto: Osea que no cogen mi mosca porque están alertadas.
Antonio: En muchos casos así es. Un detalle: si una trucha rechaza una mosca natural es casi seguro que se encuentra bajo un cierto grado de alerta.

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