Conversaciones de ribera (2ª parte)

La subidas

Roberto: La primera vez que leí un estudio sobre las diferentes formas de subida de una trucha a la mosca aluciné del todo. ¿Realmente es posible saber lo que ha comido interpretando la huella que deja en superficie?
Antonio: Si analizamos la distorsión creada, observamos que insectos hay en el agua y con paciencia le dejamos que suba unas cuantas veces es posible que acertemos. Con un cierto margen de error. La verdad que esa tabla de interpretación es más bonita y romántica que práctica. Pero la pesca con mosca tiene mucho de esto.
Roberto: ¿Es que no hay nada seguro a este respecto?
Antonio: Quizás lo más fiable sea la relación que existe entre el tamaño y ruido de la distorsión creada junto con otros parámetros, tales como el movimiento del insecto, el tamaño de la trucha y la velocidad del agua.
Roberto: ¿Qué quieres decir?
Antonio: Cuanto más se mueva el insecto y mayor sea la velocidad del agua más distorsión se producirá. Sin embargo a mayor tamaño de la trucha menor distorsión y ruido será producido. Resumiendo:

Trucha pequeña + insecto en movimiento + alta velocidad del agua = ¡SPLASH!
Trucha grande + insecto estático + velocidad lenta del agua = ¡SIP!

La pesca sin muerte

Roberto: Desde que empecé a pescar a mosca he practicado la pesca sin muerte. Lo que no me esperaba es que esto caería tan mal a gente con la que antes pescaba y que ahora siguen matando.
Antonio: Esa actitud me recuerda a la de los fumadores. Les encantaría dejar de fumar pero no les cae nada bien que te moleste el humo.
Roberto: Para mí el devolver las piezas se ha convertido en una religión.
Antonio: Hablar de la pesca sin muerte como una filosofía o religión es una solemne tontería. Las filosofías y religiones responden a planteamientos de vida más complejos. La pesca sin muerte responde solo a las ganas de seguir pescando truchas. Lo demás nos lo inventamos nosotros porque en el fondo el pescador con mosca está un poco loco. El caso es que defendiendo el captura y suelta con argumentos ecológicos o existencialistas nos aleja de una línea de diálogo clara y directa con los que siguen practicando el captura y pa-dentro. Creo que debemos huir de esos planteamientos y dejarnos de historias; no-mato-porque-quiero-pescarla-otra-vez es el único argumento real. El captura y suelta debe verse más como una herramienta de gestión, la única que ha probado su eficacia hasta la fecha, antes que como cualquier otra cosa.
Roberto: Me han llegado a llamar sádico por hacerles sufrir de manera repetitiva. Pero yo no creo que sientan dolor.

Siento que sientas

Antonio: Está muy bien en creer lo que uno quiere creer. Ayuda bastante muchas veces.
Roberto: ¿Sufren o no sufren?
Antonio: Recientemente han salido dos estudios realizados por prestigiosas Universidades cuyos resultados son casi opuestos. Uno demuestra que claro que sienten dolor. Las terminaciones nerviosas y cambios químicos que se producen en el organismo del pez durante la pelea así lo señalan. El otro concluye que el componente psicológico del dolor no está presente en los peces y por tanto no se puede afirmar que efectivamente sientan dolor, al menos tal como nosotros lo entendemos.
Roberto: ¿Y tú que opinas?
Antonio: Los dos tienen razón.
Roberto: Osea que igual sienten o igual no.
Antonio: Apliquemos simplemente el sentido común. La trucha es una especie con miles de años de evolución a sus espaldas. El dolor es un mecanismo de defensa que poseen todas las especies para protegerse y detectar problemas en su organismo. Cuando clavamos una trucha da sensación de no gustarle demasiado. La sacamos del agua y empieza asfixiarse hasta que la devolvemos. Llámale como quieres pero te aseguro que no lo pasa nada bien. Yo tengo algo claro, el pescador hace sufrir al pez. Y sí, efectivamente tiene tintes de sadismo ese comportamiento de captura y suelta. Consecuentemente el que las mata tiene tintes de asesino.
Roberto: Pero algunas truchas vuelven a coger la mosca al poco de haber sido devueltas.
Antonio: Cierto, ocurre a veces. Parece como si el instinto de agresividad en algunas truchas fuera mucho más fuerte que el de defensa. De todas maneras son excepciones.