Momentos cruciales- 2ª parte

3- Reminiscencias

Un hábito que te puede perseguir el resto de tu vida.

Un nuevo momento congelado gracias a la magia digital nos permite observar con claridad algo de lo que hemos hablado en alguna otra ocasión. Los bucles eran perfectos hasta este momento. En ese último lance antes de posar la línea y mosca el pescador abre el bucle de manera innecesaria. Su presentación va a ser claramente peor ya que este bucle se verá más afectado por un posible viento y su precisión y control sobre la línea será notablemente menor. Las causa de este, desde mi punto de vista error, es un exceso de energía aplicado en un intento de que esa mosca llegue donde yo quiero. Es un hábito que, de no ser corregido, es arrastrado durante toda la vida, ya que proviene de comportamientos adquiridos durante muchos años cuando pescábamos a otras modalidades de pesca (boya, cucharilla, etc...).

4- El orden de factores

Un bajo pasivo casi nunca es la mejor opción.

Observamos en esta curiosa fotografía cómo toda la línea se ha posado ya en el agua. Justo después lo hace el bajo, empezando por su parte gruesa y extendiéndose hasta su extremo más fino para finalmente caer la mosca al agua. Este es el orden de posada del sistema en la gran mayoría de los lanzadores.

Posando el extremo del bajo antes que la línea
Aunque suene sorprendente es, desde mi punto de vista, una de las mejores presentaciones anti-dragado en corrientes sinuosas y poco definidas cerca de la mosca. Aún posando en total línea recta la línea y el bajo, al caer la mosca antes que el resto del sistema conseguimos unas décimas de segundo libre de toda tensión que pueden marcar la diferencia.

Existe sin embargo un procedimiento que encierra unas claras ventajas y mejoras sobre esta manera pasiva de tratar el bajo. Consiste en hacer que nuestro bajo forme una parte activa, controlada y viva de todo nuestro sistema de lance. En esta presentación activa del bajo el bucle debe terminar de extenderse justo al final del extremo del mismo bajo. Las ventajas que conseguiremos son claras: lograremos posar el bajo antes que la línea con facilidad, la precisión a la hora de situar nuestra mosca en sitios difíciles especialmente enmarañados será mucho mayor y nuestra mosca se verá mucho menos afectada por el viento.

Con este bucle el bajo se vuelve activo.

Existen dos ventajas añadidas realmente curiosas. Volviendo activo nuestro bajo podremos llevar acabo un método poco utilizado de presentación: el método inductivo. Otra técnica verdaderamente útil y que cada día gana más adeptos que podremos desarrollar es la de presentar abriendo el bucle por debajo. En esta modalidad de lance el bucle debe ser estrecho, evolucionar muy rápido y terminar muriendo justo al extremo del bajo. Deberá ser además de trayectoria descendente y formación vertical de abajo hacia arriba.

5- El susto

Paco está tan sorprendido como el pez.

Una trucha de buen tamaño sube a la mosca de nuestro protagonista. Este tensa la línea y... nada ocurre. Es muy probable que en esta agua tan lenta con esa poca cantidad de línea la razón de no haber clavado ese pez sea simplemente porque no ha cogido la mosca. Uno de los rechaces más normales en mosca seca es el rechace en la última décima de segundo. Lo que parece un insecto apetecible a cierta distancia deja de serlo cuando se observa delante de la punta del morro. Lo que parece un apetecible bocado que flota de manera natural, deja de serlo al apreciar, de cerca, un excesivo peso o sensación de tensión en su deriva (micro-dragado) Y una trucha puede hacer alguna concesión imaginativa a tomar moscas inverosímiles pero jamás hará ninguna a un insecto que tiene algún nivel de dragado anti-natural. Un brusco giro de trayectoria, entre maniobra y susto, es lo que realiza la trucha para no tocar ese objeto difícil de identificar que de repente se ha convertido en algo no deseado. La distorsión creada en la superficie y el ruido provocan una violenta clavada del pescador ocasionando una violenta arrancada de la línea encima del agua. Esta trucha, si no ha sido pinchada, volverá a comer cuando su grado de alerta disminuya. Sin embargo, incluso si se pone a comer, su grado de alerta no volverá a ser tan bajo como cuando subió a la mosca por primera vez. Según la Teoría de los Grados de Alerta una trucha puede estar comiendo hasta con un grado de alerta dos y con una cierta “conciencia” de nuestra presencia. Su comportamiento a la hora de tomar las moscas no será regular ni muy predecible y eso dificultará enormemente la labor del pescador que debería esperar todavía más a que, tras un buen rato alimentándose, la trucha pase a grado de alerta uno o cero.

Sin palabras